María Ángeles Martín Romera, IP de HISEURAM, se pronuncia sobre la próxima Huelga Universitaria convocada los días 26 y 27 de noviembre de 2025 como resultado del ahogo intencionado al que están siendo sometidas las Universidades Públicas en la Comunidad de Madrid. Para ello ha redactado el siguiente texto, en el que explica las negativas consecuencias que están acarreando los recortes, entre ellas, la inminente extinción de los grupos de investigación si no se produce un cambio drástico en las políticas de financiación.
Los recortes a las Universidades Públicas en la Comunidad de Madrid: la estocada final a los grupos de investigación
Introducción
Como directora de HISEURAM, grupo de investigación de la UCM, más allá de apoyar la Huelga Universitaria y participar en ella los próximos días 26 y 27 de noviembre, me gustaría explicar que los recortes no son inocuos y que pueden ser la muerte definitiva de los grupos de investigación de la UCM que, desde este año 2025, ya no reciben fondos para la investigación.
Las Universidades Públicas de la Comunidad Autónoma de Madrid se encaminan a una huelga los días 26 y 27 de noviembre que esperamos masiva. Los motivos de la huelga son dos principalmente: la histórica infrafinanciación de las universidades públicas, que paradójicamente se ha agravado a pesar de la bonanza económica, y la nueva ley de Universidades que el PP de Madrid pretende aprobar. Mucho se ha escrito al respecto y existen numerosos artículos y datos documentados en los que se comprueba que el problema de nuestras universidades no es una mala gestión como quieren vender algunos, sino que la institución que debería financiarlas tiene un plan para promocionar la educación superior privada a costa de asfixiar a las universidades públicas. https://elpais.com/espana/madrid/2025-10-21/estudiantes-y-personal-de-las-universidades-publicas-de-madrid-convocan-una-huelga-de-dos-dias-por-la-asfixia-economica.html
https://www.eldiario.es/sociedad/universidades-publicas-madrid-fijan-huelga-dias-26-27-noviembre_1_12739026.html
Un servicio público se financia con fondos públicos: no nos parecería normal que se pidiera a bomberos, policías, sanitarios o personal de la educación primaria y secundaria que se sustentasen cobrando a sus usuarios o atrayendo capital privado, pero esto es lo que vienen obligando a las universidades públicas desde hace tiempo. Su intención manifiesta es la de agravar esta dependencia del capital privado cada vez más, a expensas de la calidad de la educación, la investigación y los derechos laborales de los y las trabajadoras.
En este contexto, muchos son los aspectos que podrían denunciarse respecto a los recortes a los que se han visto obligadas las universidades, una verdadera muerte por mil cortes, pero me voy a centrar en el que se refiere a los grupos de investigación como el que dirijo, HISEURAM, que ya en 2025 no han recibido ni un euro de financiación.
¿Para qué sirve un grupo de investigación?
En el sistema científico español conviven los grupos de investigación y los proyectos de investigación, pero no son lo mismo. Los y las investigadoras podemos participar tanto en grupos como en proyectos y en ambos realizamos la misma labor investigadora, sin embargo, su estabilidad y su financiación son muy distintas.
Los proyectos se solicitan periódicamente, su duración es breve, de dos a cuatro años por lo general y siguen una lógica de productividad un tanto cortoplacista y, a veces, muy poco en consonancia con las necesidades de la investigación que requiere planes estables y duraderos.
Los grupos de investigación de la Universidad Complutense recibían (hasta 2024) una cantidad de dinero por lo general menor que los proyectos, pero más estable y anual. Esto es lo que en investigación reclamamos como “financiación basal”, una financiación estable y a largo plazo que garantice la calidad de la investigación sin estar sujeta a vaivenes de las convocatorias de proyectos.
Se tiende a presentar a los proyectos como más competitivos y por tanto “superiores” a los grupos, pero esta es una visión muy sesgada. Desde el nacimiento de HISEURAM, fundado por la catedrática emérita María Asenjo, la directora del grupo ha dirigido hasta cinco proyectos nacionales sucesivos, el último de ellos dirigido por mí y simultaneado con otros proyectos, uno de la Universidad Complutense y un proyecto nacional de Consolidación Investigadora. No defendemos los grupos porque no seamos competitivas para obtener proyectos, sino que afirmamos que los proyectos no pueden jamás sustituir a los grupos.
Los proyectos comienzan y acaban en un máximo de cuatro años, exigen solicitudes preriódicas y justificación inmediata de resultados. En definitiva, responden a un modelo de “fast-research" o "fast-science”. En los últimos tiempos se habla de volver a una slow-science o a un concepto de slow-humanities reivindicando el trabajo de larga duración, en el que haya tiempo para la reflexión, para detenerse en aras del trabajo minucioso y exhaustivo. En humanidades particularmente significaría escapar de modelos propios de las ciencias experimentales que obligan a una producción acelerada, en cadena, de artículos que a veces no hacen más que trocear investigaciones que en su lugar deberían presentarse como un todo en una monografía. Los grupos de investigación son el entorno que puede mantener ese largo recorrido y estabilidad necesarias para este modelo de trabajo, pero para ello necesitan financiación.
¿Qué podíamos hacer cuando todavía se financiaban los grupos?
La financiación en ciencia es muy compleja y alguien puede preguntarse por qué necesitamos dinero en los grupos si tenemos proyectos. Hay muchos motivos más allá de la estabilidad y duración del grupo ya mencionadas.
Las convocatorias de los proyectos dependen de distintas instituciones e históricamente las fechas de publicación y concesión han estado plagadas de retrasos que dificultan la planificación y gestión de esos fondos. Por ejemplo, en 2022, solicitamos un proyecto de la UCM que debía cubrir nuestros gastos de investigación mientras se resolvía la siguiente convocatoria de proyectos nacionales. El retraso en la convocatoria y la liberación de fondos hizo que no tuviéramos el dinero del proyecto UCM hasta que ya habían concedido el proyecto nacional. Por lo tanto, por motivos ajenos a nosotras, nos encontramos con un año sin fondos de proyectos seguido de un año con doble financiación. ¿Cómo pudimos cubrir gastos ese año? Gracias a los fondos propios de HISEURAM. Si esto nos hubiera ocurrido en 2025 no habría habido ningún fondo al que recurrir. Este es el modelo al que nos abocan, cada vez mayor precariedad en ciencia: si no sabemos cuándo vamos a contar con fondos, no podemos planificar o nos vemos obligadas a usar nuestro propio dinero para trabajar.
Por otra parte, cada proyecto tiene sus propias normas de gastos, a veces muy restrictivos. La financiación de los grupos nos permitía suplir carencias de los proyectos. Un ejemplo muy significativo son las dietas de viajes. Los proyectos nacionales son los mejor considerados, pero dependen de una normativa estatal en la cual las dietas no se actualizan desde hace más de diez años. En el Estado Español no podemos pagar ningún alojamiento de más de 65’97 €, pero hoy en día no se encuentran apenas alojamientos por ese precio y menos en las capitales. El resultado: es imposible invitar a nadie a Madrid para ningún evento o colaboración científica con el dinero de los proyectos nacionales. Hasta 2024 podíamos usar el dinero del grupo de investigación para este tipo de gastos. Desde 2025 tenemos que renunciar a realizar las actividades de investigación o pedir a las personas que vienen a trabajar que paguen de su bolsillo parte del viaje de trabajo, lo cual es inaceptable.
¿Qué futuro tienen los grupos de investigación si se mantiene la asfixia a las universidades públicas madrileñas?
Cuando supimos que en 2025 los grupos de investigación de la Universidad Complutense de Madrid ya no recibirían financiación, no ocurrió nada. La medida pasó casi desapercibida entre las muchas otras noticias de recortes: reducción del presupuesto para las facultades, aumento de la carga de docencia, pérdida de complementos salariales, aumento de las tasas para los y las estudiantes, pérdida de suscripción a servicios para la investigación, retraso al máximo de las promociones para el personal a pesar de que cumpla con las condiciones para promocionar mucho antes, falta de sustituciones, aparente suspensión del programa de proyectos de innovación docente, etc., etc. La comunidad universitaria está tan apabullada por la batería de ataques a las condiciones docentes, investigadoras y laborales que apenas ha habido reacción a cada uno de ellos individualmente. Afortunadamente, la preparación para la huelga muestra un cambio, nuestras universidades comienzan a despertar del shock.
La lucha no es solo por la financiación de los grupos de investigación, es una lucha conjunta para un problema común, pero la importancia de los grupos de investigación y su supervivencia debe estar presente en nuestras reivindicaciones. Sin financiación, los grupos de investigación pasan a ser meramente nominales y su supervivencia dependerá enteramente (como tantas cosas en nuestro sistema de ciencia), del esfuerzo y la voluntad de las trabajadoras de la ciencia. Con su muerte, muere la principal vía de financiación basal en nuestras universidades, lo que equivale a dejar que pare el corazón que con su latido constante venía animando la investigación de base.
Huelga o extinción
La supervivencia de los grupos de investigación requiere un giro radical en las políticas de financiación de las Universidades Públicas madrileñas. Este giro es materialmente posible: la Comunidad Autónoma de Madrid está entre las que menos dinero destinan por estudiante a financiar las universidades públicas. Los recortes no responden, como en 2008, a una crisis económica, sino a un diseño ideológico que favorece el negocio privado a costa de la calidad de los servicios públicos. La comunidad universitaria y la sociedad civil tienen el deber de defender a las universidades públicas de Madrid. Como directora de un grupo de investigación de una universidad pública como es la Universidad Complutense de Madrid, no puedo más que sumarme a la huelga y pedir el apoyo a la misma del resto de los madrileños y las madrileñas. De lo contrario, estaremos confirmando la extinción de los grupos de investigación y, me temo, la extinción de la universidad pública tal y como la conocemos.
María Ángeles Martín Romera
Directora de HISEURAM